Casting Albus Potter

El Primero de Septiembre, sin dudas, era el día más esperado por todos los magos menores que cumplían la edad suficiente para asistir a la escuela de magia. Albus había recibido la charla de su padre antes de subirse al Expreso de Hogwarts, sin embargo, esto no lograba apagar completamente sus incertidumbres. Albus tenía el peso de las miradas de varios sobre él, no sólo era el hijo del Niño que Vivió, sino que también era el hijo con el cuál más parecido físico tenía, razón por la cual el muchacho habría tenido que someterse a todo tipo de comentarios a lo largo de toda su vida sobre ser la versión pequeña de un héroe mágico. Albus no culpaba a su padre ni le guardaba ninguna especie de rencor, por supuesto. De hecho, el chico se sentía orgulloso de los logros de su padre, aunque aún así Albus –con el paso de los años- comenzara a responder a ese tipo de comentarios con un: “Lo sé”, “Sí, sus ojos, su cabello”, “Ya me lo habían dicho…” ¿Ya te habían dicho que…? “Sí.”

El pelinegro se mostraba apenas ansioso en el vagón mientras iba camino a Hogwarts; miraba por la ventana el insípido paisaje que dibujaba arboles y montañas pintadas de verde, releía el libro de la Historia de Hogwarts que le había pedido a Rose antes de que llegasen al castillo para distraerse, según él. Albus se detenía en los pasajes que describían casa de Gryffindor y Slytherin, el muchacho no esperaba quedar ni en Ravenclaw ni en Hufflepuff, aunque la casa de la sabiduría no era una mala opción después de todo.
El menor de los varones Potter le habría gustado la compañía de Lily en esos momentos; la pequeña si bien no tenía edad suficiente aún para asistir a Hogwarts, le tenía más confianza a esta que sabía de lo que era vivir con James. Pero, por supuesto, probablemente ella sólo podría contribuir a lo que decía su padre y quizá lo haría sentir peor con su fe de que el sería sorteado para Gryffindor en vez de Slytherin. Fue entonces cuando Albus concluyó que el aliento estaba exclusivamente dentro de él, lo demás no importaba, ninguna palabra para calmar sus nervios serviría, sólo estaba él, una casa no cambiaría nada. El muchacho le dirigió una última mirada a su prima frente a él; Rose más que su prima también era una buena amiga.

El castillo era todo lo que se describía en los libros, pero la vista era preciosa, más que cualquier imagen mental que el muchacho se hubiese hecho. Cuando su nombre fue dicho en voz alta, Albus sintió el palpitar de su sangre corriendo su cuello que apenas pudo tragar y se sentó en el taburete cuando lo invadió un pensamiento reconfortante, el mismo que había tenido en el Expreso de Hogwarts… la casa a la que fuese sorteado no cambiaría nada, o para ser más específicos; estar en Gryffindor no cambiaría nada, en cambio, estar en Slytherin, sí. Fue entonces, cuando sin vacilar el sombrero dijo esta última en voz alta y Albus sintió un extraño alivio en su interior.

CASTING ACEPTADO