Casting Lucy Weasley

Comenzó a juguetear con sus nerviosas manos. Podía sentir cómo sus dedos resbalaban por los nervios que le producía enfrentarse a algo que marcaría su destino. La ceremonia de selección indicaba a los nuevos alumnos de Hogwarts a qué casa debían asistir y Lucy estaba impaciente y a la vez temorosa por saber qué la deparaba aquel viejo y polvoriento sombrero. La fila de alumnos que, como ella, empezaban la escuela era más larga de lo que jamás había imaginado, incluso los detalles que Molly le había dado en su momento le parecieron insignificantes y muy poco acertados. Giró la cabeza hacia atrás, intentando buscar la caballera roja de su hermana en la mesa de los Gryffindor, pero no tuvo suerte.

Cuando comenzaron a llamarles uno a uno por orden alfabético de apellido, el silencio inundó el inmenso Gran Comedor sobre el que tanto había oído hablar. Sus ojos dibujaron el recorrido del entremado de las paredes y admiró llena de fascinación la belleza que reflejaba el techo de un cielo repleto de estrellas. Ni si quiera la mención al famosísimo apellido Potter en aquella lista la sacó de sus ensoñaciones, pero humo un nombre que sí lo hizo.—Weasley, Fred— Sus ojos se posaron en aquel chico de alborotado pelo rizado y andares desgarbados. Su padre nunca la había hablado de su familia, nunca había tenido relación con ellos y, aunque Lucy sabía que algún día se tendría que encontrar con ellos, aquello la parecía algo lejano e intangible. —¡Gryffindor!— Exclamó el sombrero y la mesa de los leones se levantó aplaudiendo, dando la bienvenida a su nuevo miembro. —Weasley, Lucy— El silencio volvió a apoderarse de la instancia y, aunque la pequeña pelirroja sabía que no era por ella, en el fondo lo creía así. Se sentó en la silla y desde aquel sitio privilegiado pudo ver el rostro de muchos alumnos y cómo algunos de ellos prestaban especial interés a lo que acontecía. —Raven...—

—¡Auch!— Lucy despertó del profundo sueño en el que se había sumergido. Podía escuchar las risitas de James al otro lado de la mesa de la biblioteca y compartir cuchicheos con Fred. Lucy cogió el trozo de goma que su primo le había lanzado y lo devolvió, fallando en su objetivo. Aquello hizo reír a los muchachos, quienes intentaron contener las carcajadas, pero no tuvieron mucho éxito y la bibliotecaria terminó llamándoles la atención. Lucy, satisfecha al menos por la regañina que les había caído a los chicos, les sacó la lengua divertida y se incorporó en el asiento. Los exámenes estaban cerca y aquella lista de pociones y sus propiedades no iba a estudiarse sola.

CASTING ACEPTADO