Casting para Molly Weasley

Decir que la vida de Molly era algo fácil significaba no conocerla en lo absoluto. Desde pequeña toda su vida se había centrado en una cosa, o mejor dicho en una persona, su padre, Percy. Todo el mudo decía que ella era su reflejo, que su personalidad era prácticamente la misma y no podían tener más razón. Molly no era una chica familiar, no era alguien que adorase pasar tiempo hablando y riendo, ella era una persona centrada, respetuosa y trabajadora, muy trabajadora; había sido una sorpresa cuando Molly resultó seleccionada para Gryffindor y Lucy para Ravenclaw. Ayer había contestado la carta de su hermana menor, Lucy, aunque no estaba del todo contenta con lo que allí había escrito, necesitaba hablar con ella urgentemente, se estaba encariñando demasiado con personas que eran muy distintas a ellas. Molly no entendía porque Lucy hacía todo aquello ¿Es que no tenía suficiente con la familia que tenían? ¿Tan pronto había olvidado a sus primas maternas? Suspiró, sabía que ella misma le había dado un disgusto a su padre cuando le dijo que se iba a vivir con Victoire y Dominique pero ella no lo había desobedecido del todo, al menos no había ido a aquel lugar prohibido llamado “La Madriguera”.

Negó con la cabeza, intentando apartar a su incomprensible hermana menor de su mente y sonrió, intentando infundirse ánimos, hacía relativamente poco tiempo que la habían ascendido en el Departamento de Transporte Mágico y aquello la obligaba a pasar mucho más tiempo en el ministerio de magia de lo que estaba acostumbrada pero no le importaba, después de todo su vida y su trabajo estaban mucho más ligados de lo que la gente pensaba. Miró el reloj de la oficina y suspiró, era hora de empezar a recoger, hoy les había prometido que llegaría antes a casa por lo que no podría quedarse a hacer sus habituales horas extras – Nos vemos mañana – se despidió educadamente de sus compañeros de trabajo y salió del ministerio andando, hoy no tenía ganas de usar las tazas de váter ni para entrar ni para salir. Tantos años con este edificio construido y a nadie se le ha ocurrido cambiar el sistema de entrada y salida- pensó con algo de sarcasmo, desde luego podían ser magos, brujas u otra clase de criaturas pero tenían las mismas luces que los muggles.

Entró en su piso, con su habitual andar tranquilo y seguro, mientras pensaba una excusa para que Dominique no la regañara por haberse estado una hora de más en la oficina nuevamente, según ella tendría que salir más, para divertirse, conocer gente y toda esa clase de cosas que Molly tenía en el milésimo número de su lista de prioridades – Ya he llegado – saludó a sus primas, aunque más que como primas las veía como amigas, las mejores y de las pocas que tenía, pero como bien decía ella prefería pocas y buenas, a muchas y malas - ¿Qué hay para cenar? – les preguntó mientras dejaba el bolso, la chaqueta y se deshacía el moño que llevaba casi siempre en la oficina. Se sentó con ellas y las miró, esperando que cualquiera de las dos rubias con las que vivía empezara  a hablar, si había algo bueno de compartir piso con Victoire y Dominique era que cada día algún acontecimiento digno de relatar sucedía.