Casting para Ted Lupin

Era tarde, la verdad es que estaba casi seguro de que me había quedado dormido repasando papeles que tenía entre las manos. Había conseguido un puesto en el ministerio y me sentía orgulloso de él, pero también era cierto que me mantenía tan ocupado que no podía siquiera pensar en otras cosas. Hacía un año que me había despedido de todos los que dejé en Hogwarts, creía que ya era el momento de regresar y quizá por eso en aquel instante estaba en el tren. Sabía que las cosas habrían cambiado, pero no quedaba nada por intentarlo, ya que si no sentiría que me quedaba con aquello para siempre. Había sido culpa mía, antes de marchar me había comportado como un estúpido con Victorie, tal vez pensando que no volvería a verla. Era cierto, podría haberme quedado con el resto de la confederación, pero sabía que debía volver, al menos tenía que intentar arreglar las cosas.
Revolví mi cabello con cierta desgana, sabía que las cosas no iban a ser sencillas y que tal vez ella ya hubiese encontrado a otro, al fin y al cabo no sería tan extraño. Harry siempre decía que tenía la misma suerte que mi padre en cuanto a las mujeres, tan solo esperaba que no tuviese razón ya que a éste le costo mucho tiempo encontrar a mi madre. Suspiré y volví mis ojos hacia los papeles que tenía entre manos, aunque me concentrase estaba seguro de que no podría asimiliar ni una sola palabra de las que había allí escritas. Decidí que levantarme e ir a dar una vuelta por el tren sería una buena idea, no debía quedar mucho para llegar a la estación así que estuve un buen rato dando tumbos hasta que terminé en el bar del tren pidiendo un café.
No sé cuánto tiempo pasó, pero cuando justo comenzaba a anochecer llegamos a King's Cross. Caminé hasta la zona de equipaje y al coger mi bolsa noté un picotazo en la mano. Miré al animal causante de la herida y le dediqué una mirada asesina. La verdad es que no era una herida demasiado extensa, pero sí parecía profunda por lo que después de unos cuantos gritos de la azafata me resigné a ir a San Mungo a que alguien me mirase aquello, aunque solo fuese para darme una sutura.
Fui con cierta parsimonia hasta el hospital, llevaba mi traje, la verdad es que no me había dado tiempo a cambiarme en el trayecto. Subí hasta la planta de Mordeduras de criaturas en la que una enfermera me dijo que me sentase, que vendría la doctora a valorar la herida. Me dejé caer sobre una silla apretando el dedo entre mis manos. Mantuve mi mirada fija en el calendario de la pared hasta que la puerta se abrió. Allí estaba ella. Casi no pude reprimir la sorpresa. No esperaba que estuviese allí. Habían pasado dos años y la verdad es que se me hacía difícil pensar que su vida también habría avanzado. ¿Qué tenía que decir yo ahora? Me sentía realmente estúpido.

CASTING ACEPTADO